Las chinches de cama en tiempos de Covid-19

La pandemia de Covid-19 ha hecho que la actividad global de las chinches de cama (Cimex lectularius) se haya visto disminuida en los últimos meses, debido a la ausencia de huéspedes en alojamientos turísticos y de maletas donde esconderse para viajar y establecer infestaciones en nuevos destinos.

Así como la Covid-19, las chinches también aprovechan la conectividad con la que vivimos a nivel global para expandirse y provocar infestaciones en casi todos los rincones del planeta. Pero con el confinamiento y la disminución drástica de los viajes, junto con el cierre de un gran número de establecimientos turísticos y otros espacios públicos durante meses, se han complicado las condiciones de proliferación por esta plaga, que ha visto reducido su impacto.

Richard Naylor, experto en la ecología y dispersión de esta especie y miembro de la Bed Bug Foundation, sin embargo, prevé el resurgimiento de la plaga una vez que se vuelva a normalizar el tráfico de viajeros.

En la mayoría de los casos, en la ausencia de anfitrión donde alimentarse, las chinches pueden permanecer inactivas durante meses, conservando sus recursos, pero en el momento que vuelve a haber un anfitrión se activan rápidamente al percibir el dióxido de carbono que exhalamos las personas y también la temperatura corporal.

El metabolismo de las chinches también depende de la temperatura ambiental. Por debajo de los 13ºC se vuelven inactivas, las ninfas detienen su desarrollo y los huevos no eclosionan. En este estado, las chinches consumen sus recursos muy lentamente, lo que les permite sobrevivir durante meses y, ocasionalmente en condiciones óptimas, incluso durante más de un año.

Entre 13ºC y 36ºC hay una relación lineal entre la temperatura y los procesos biológicos de las chinches. Por encima de los 30ºC se alimentan cada pocos días y se reproducen rápidamente, pero en este ambiente, en ausencia de alimento, pueden morir de inanición en pocas semanas. Así que, según Naylor, los ambientes cálidos favorecen las chinches mientras haya anfitriones disponibles, en cambio, los ambientes fríos las favorecen en ausencia de ellos.

El hecho de apagar las calefacciones centrales en hoteles desocupados puede haber favorecido que algunas chinches conserven sus reservas vitales, reduciendo su metabolismo e incrementando sus posibilidades de sobrevivir. Mientras que en climas cálidos, al apagar los sistemas de aire acondicionado en alojamientos cerrados y subir la temperatura en las habitaciones podría haber activado el metabolismo de las chinches, que en ausencia durante meses de anfitriones podrían haber muerto de hambre.

Con las restricciones en los viajes y el confinamiento y el aumento del teletrabajo, podemos encontrar más infestaciones en los hogares que en el sector turístico. Especialmente si los operadores han mantenido y adaptado su programa de control de plagas durante la pandemia, y aprovechado el periodo sin clientes para hacer un tratamiento a fondo y una higiene completa de las instalaciones.

En el sector doméstico las condiciones son propicias para las infestaciones y, por tanto, es inevitable que cuando se reactive completamente el sector turístico se produzcan reintroducciones en los alojamientos.

A pesar de la ralentización del movimiento de chinches debido Covidien-19 y la reducción de su presencia en algunos sectores, cuando se reanude el ritmo de los viajes las chinches, probablemente, recuperen su impacto a niveles similares a antes de la pandemia.

Fuente: Pest Magazine