Control de moscas en entornos alimentarios
Controlar las moscas en entornos donde se producen, procesan o sirven alimentos es tanto una obligación legal como moral. Las moscas pueden transmitir microorganismos patógenos por contacto, por regurgitación y por excreción. Conocer su biología es importante para controlarlas dentro de un plan de control integrado de plagas.
El control de plagas en entornos con alimentos es uno de los prerrequisitos necesarios para cumplir la normativa sobre seguridad alimentaria, y uno de los puntos que se exigen en las auditorías de los programas de certificación como IFS o BRC.
Los insectos voladores son una parte importante del plan de control integrado de plagas en la industria alimentaria, y concretamente el control de las moscas es muy relevante para preservar la inocuidad de los alimentos.
Su control es importante porque, debido a sus hábitos de alimentación en materiales insalubres ya su capacidad de desplazamiento, las moscas favorecen el transporte mecánico de agentes patógenos, como Salmonella, E. coli y muchos otros, adheridos a las vellosidades de su cuerpo y los cojinetes de sus patas. También alojan estos patógenos en el interior de su aparato digestivo, y los pueden transmitir por regurgitación o a través de las heces en superficies y alimentos donde se ponen.
En general, las diferentes especies de moscas (mosca doméstica, mosca de la fruta, mosca de la humedad) que pueden tener impacto en los entornos donde se producen, elaboran o sirven comidas siguen un ciclo anual, con un incremento de la actividad en aumentar las temperaturas en primavera, una mayor actividad en verano y la disminución progresiva en otoño hasta su desaparición en invierno.
En su ciclo de vida, las moscas pasan por una metamorfosis completa, con las fases de huevo, larva, pupa y adulto. Muchas especies de moscas pasan el invierno en sus etapas inmaduras. Por tanto, no mueren cuando hace frío sino que ralentizan su evolución hasta que la temperatura ambiente es adecuada para permitir el desarrollo de huevos, larvas y pupas. Otras especies pueden sobrevivir el invierno en forma adulta si consiguen refugiarse en el interior de estructuras.
En todo caso, dentro del ciclo vital de las moscas el lugar de puesta de los huevos y desarrollo de las larvas es especialmente importante para el control de estos insectos. Las moscas ponen sus huevos en una fuente de alimento o cerca de ella para que las larvas cuando nazcan puedan ingerir y desarrollarse. Según la especie de mosca, el lugar de puesta serán restos de materia orgánica, excrementos, verduras en descomposición, sumideros, lugares con agua estancada, etc. Eliminar los entornos o las condiciones que favorecen la aparición de puestos de puesta de huevos y desarrollo de larvas interrumpe el ciclo reproductivo de las moscas.
En condiciones ambientales favorables, las moscas se reproducen rápidamente. Por ejemplo, la mosca doméstica (Musca domestica), que es una de las especies más habituales en asentamientos humanos y se considera vector de varios patógenos alimentarios, pone sus huevos en grupos de hasta 150, que eclosionan en un periodo de entre 8 horas a 3 días. Las larvas y las pupas pueden llegar a madurar en 3 días dependiendo de las condiciones ambientales y los adultos viven una media de 30 días.
Para entender mejor de dónde puede provenir una infestación de moscas es importante antes que nada conocer de qué especie se trata y cuál es su comportamiento. Saber donde pone sus huevos la especie o si puede volar a mucha distancia, por ejemplo, puede ayudar a valorar si la infestación proviene de un lugar concreto dentro de la instalación o si puede venir del exterior. Por ello, es importante poder diferenciar la especie y conocer su biología.
Para el control de las moscas en entornos alimentarios se recomienda un plan que incluya la aplicación de un sistema de control integrado de plagas, minimizando en lo posible la aplicación de productos biocidas.
La prevención puede ahorrar muchos problemas con las moscas. Entre las acciones preventivas que podemos aplicar está la limpieza estricta, no acumular basura y mantener siempre cerrado el contenedor, no almacenar alimentos sin protección ni dejar platos con restos de alimentos, evitar zonas con humedades o proteger las ventanas con mosquiteros. También es importante limpiar los desagües y asegurarse de que estén libres de acumulación de materia orgánica, y utilizar aparatos insectocaptors apropiados.
Estos últimos son también útiles para monitorizar y registrar la presencia de moscas en los establecimientos y poder estudiarlas para determinar qué especie o especies están dando problemas.
A partir de los datos registrados de capturas podemos también hacer un análisis y extraer conclusiones sobre si la cantidad de insectos está dentro de unos parámetros normales, según la época del año, etc., o si hay un indicio de infestación.
En este caso, el siguiente paso sería buscar el origen de la infestación, que probablemente encontraremos en el lugar en que la especie, como ya hemos comentado, prefiera poner